El Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) es un trastorno psicológico caracterizado por dos conjuntos de síntomas íntimamente relacionados: Los pensamientos obsesivos y las compulsiones. Se trata de un problema asociado a un gran sufrimiento y malestar, debido en parte a su naturaleza egodistónica.
Los pensamientos obsesivos son eventos mentales (pensamiento hablado, imágenes, impulsos o sensaciones), derivados de preocupaciones y aspectos importantes en la vida de la persona, que invaden la mente de la misma en contra de su voluntad. Las características principales de estos son:
- La intrusividad: Irrumpen de forma involuntaria y súbita en el flujo normal del pensamiento.
- La repetitividad: Se dan con una gran frecuencia, asaltando continuamente la mente de la persona.
- La inaceptabilidad: Son pensamientos deleznables e inaceptables para la persona.
- La resistencia activa: Como consecuencia de su inaceptabilidad, lo que da lugar, en muchas ocasiones, a esfuerzos activos de suprimirlas o evitarlas. Aunque resulta muy difícil esta tarea. Es más, los intentos de supresión del pensamiento producen el efecto inverso, es decir, un aumento de la frecuencia de este.
- El malestar: Repercuten de forma negativa en el estado de ánimo y precipitan el sufrimiento. La consecuencia emocional típica es la ansiedad, pero también están presentes otras emociones, tales como la ira, la tristeza intensa, e incluso la culpa.
- La irracionalidad: La persona en la gran mayoría de las ocasiones es consciente de que el contenido del pensamiento es irracional, no tiene sentido.
- La interferencia: Interrumpen continuamente el flujo de pensamiento, focalizando la atención en estos e invirtiendo tiempo y esfuerzo en rechazarlos o contrarrestarlos.
- La egodistonía: La persona los considera ajenos a ella, aunque es consciente de que están en su mente.
Los pensamientos obsesivos causan tal malestar e incomodidad que en muchas ocasiones la persona siente que debe hacer algo para detenerlas, para alejarlas de su mente, para tratar que no ocurra lo que el pensamiento dice y recobrar así su tranquilidad y bienestar. Surgen así las compulsiones, las cuales pueden definirse como conductas o acciones mentales, cuya finalidad es afrontar los pensamientos obsesivos, para prevenir la ocurrencia de algo, evitar que se cumpla lo que dice el pensamiento o lograr cierta tranquilidad, y, por consiguiente, se consigue la reducción del malestar.
Las compulsiones pueden ser manifiestas (tocar algo, decir algo en voz alta, lavar, repetir una acción, evitar situaciones o lugares que puedan disparar un pensamiento obsesivo, ordenar, comprobar, reasegurarse preguntando a otras personas, realizar ciertas acciones o no realizar otras, etc.) o encubiertas (contar, rezar, decirse algo a uno mismo, desviar la atención de algo que puede disparar un pensamiento, reafirmarse en contra del pensamiento obsesivo, refutar el pensamiento, …). A diferencia de los pensamientos obsesivos, las compulsiones son voluntarias, ya que es la propia persona afectada la que “decide” realizarlas. Sin embargo, este carácter “voluntario” puede cuestionarse, ya que la persona en muchas ocasiones no decide qué compulsión realizar ya que está impuesta por el pensamiento obsesivo, y además no ve otra alternativa que realizarla. Aunque la persona vea la irracionalidad del pensamiento obsesivo, pueden llevarse a cabo ya que esta no consigue quedarse tranquila. Por otra parte, hay pacientes con TOC que no presentan compulsiones.
A este trastorno le pueden subyacer varios factores como son:
- Sobreestimar la importancia de los pensamientos. Es decir, creer que los pensamientos son más importantes de lo que son.
- Importancia de controlar los pensamientos. Se refiere a darle una excesiva importancia a tener que controlar lo que aparece en la mente.
- Sobrestimar el peligro. Hace referencia a creer que los pensamientos son peligrosos.
- Responsabilidad excesiva. Preocupación por diversas circunstancias por las que se está pendiente y atribución errónea de eventos ajenos a la persona, en los cuales esta piensa que tal vez podría haber influido. Aquí también nos encontramos la culpa, la cual en muchas ocasiones puede aparecer en circunstancias donde lo ocurrido no tiene directa relación con la persona o aparece esta emoción de forma desproporcionada.
- Intolerancia a la incertidumbre. Se refiere a la necesidad de tener certeza y seguridad, y el malestar que genera no conseguirla.
- Duda obsesiva. En relación con el concepto anterior, este es mucho más amplio y podríamos decir que es central en el propio trastorno. Inseguridad, dificultades en tomar decisiones, sensación de incertidumbre, entre otras cosas.
- Perfeccionismo. Necesidad de control y de que las cosas salgan o se realicen de una determinada forma.
Otro elemento que podríamos considerar nuclear en el trastorno es el miedo. Un miedo latente en la persona y que subyace a los síntomas característicos del TOC.
Como conclusión, el Trastorno Obsesivo-Compulsivo es un trastorno psicológico muy complejo pudiendo resultar difícil de comprender, aunque se puede tratar. El tratamiento psicológico pone el foco sobre los pensamientos, con el objetivo de aprender a gestionarlos y conseguir vencerlos, y también sobre las compulsiones con el fin de no necesitar recurrir a ellas. Además, también presta atención a las emociones, aprendiendo a identificarlas y a gestionarlas. Todo ello con la meta de conseguir disfrutar la vida de forma plena, satisfecha y funcional.
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