¿Alguna vez te has planteado por qué a algunas personas les cuesta más expresar sus sentimientos positivos o negativos? ¿Por qué hay personas que no se atreven a dar su opinión por temor a que pueda sentar mal, y otros en cambio no reparan en decir lo que piensan aunque eso pueda ofender a los demás? ¿Alguna vez te ha costado decir que “no” a algo que te hayan pedido, o cuando te has atrevido a dar esa negativa te sientes culpable?

A la hora de relacionarnos y comunicarnos con los demás, podemos adoptar diferentes estilos de interacción. Los tres estilos más básicos en toda conducta interpersonal son el agresivo, el pasivo y el asertivo.

El estilo agresivo, se caracteriza por defender en exceso los derechos personales propios, desconsiderando los derechos de los demás. La conducta agresiva puede expresarse de forma directa (mediante ofensas verbales, insultos, amenazas…) o indirecta (comentarios sarcásticos, gestos hostiles, miradas intensas y desafiantes…). El objetivo es hacer prevalecer sus opiniones a toda costa. Suele ocurrir cuando se siente enfado o frustración y no se sabe cómo autocontrolarse. Actuando de forma agresiva frecuentemente se consigue lo que se busca pero ello conlleva unas consecuencias, como insatisfacción respecto a su comportamiento y problemas interpersonales que provocan el rechazo de otras personas.

El estilo pasivo, consiste en no hacer valer los propios derechos personales, teniendo demasiado en cuenta los derechos de los demás. Nos comportamos de forma pasiva cuando tenemos dificultad en  expresarnos de forma clara y adecuada. Suele ocurrir cuando no nos enfrentamos a una situación dada, ya sea por falta de valor para afrontarla (por temor o timidez) o por considerar que no tenemos nada que ganar enfrentándose a ella. La ventaja de comportarnos de forma pasiva es que raramente se recibe un rechazo directo por parte de los demás; la desventaja es que los demás se aprovechan de uno y se acaba por acumular una pesada carga de resentimiento y de frustración.

Por último, el estilo asertivo, sería una conducta intermedia entre ambas. Una persona tiene una conducta asertiva cuando defiende sus propios intereses, expresa sus opiniones libremente, y expresa de manera directa, honesta y respetuosa lo que piensa, siente o desea, sin permitir que los demás se aprovechen de ella. Al mismo tiempo, es considerada con la forma de pensar y de sentir de los demás. La ventaja de actuar de forma asertiva es que puede obtenerse lo que se desea sin ofender a los demás. Siendo asertivo se puede actuar a favor de los propios intereses sin sentirse culpable o equivocado por ello.

Por tanto, la asertividad es una estrategia o estilo de relación útil para manejar situaciones socialmente difíciles, donde la mayoría de la gente se siente incómoda. Aumenta el sentimiento de autoeficacia, la sensación de autocontrol emocional y por tanto, fortalece la autoestima.

La manera en que afrontamos las situaciones sociales aumenta enormemente las probabilidades de conseguir el objetivo práctico que nos habíamos marcado.

A ser asertivo se aprende. Existen técnicas asertivas para lograr decir “no” sin sentir culpa, para expresar algo que no nos gusta de otra persona o algo que nos parece injusto, para evitar entrar en discusiones cuando la otra persona nos está atacando, para responder adecuadamente cuando te hacen alguna crítica, etc. ¿Te gustaría aprender a relacionarte sintiendo que tienes un gran control emocional?

 

Publicaciones Relacionadas