Los celos son, básicamente, miedo a no ser querido. Si el pequeño experimenta unos celos exagerados, podría creer que no le quieren porque no se lo merece. Por tanto, es importante que se sienta amado y comprendido por sus padres, de esta manera crece la seguridad en sí mismo y su tolerancia frente al cariño que reciben los demás en su entorno, y aprende que el amor que se le da a otras personas no es algo que le quitan a él.
Los celos y el temor a no ser querido pueden aparecer a cualquier edad, pero alrededor de los dos años es cuando más se notan, ya que suene coincidir con la llegada de un nuevo bebé al hogar. La actitud de los padres es fundamental para encauzar y disolver estos celos exagerados y mantener un amor personalizado con cada uno de los integrantes de la familia.
Algunos niños muestran sus celos a través de comportamientos como: agredir a su hermanito, comportarse de forma rebelde, renegar o ignorar a su hermano, y conductas regresivas (hacerse pis en la cama, querer que se le dé de comer, etc.). En cambio, otros niños quieren ayudar a mamá, abrazar y achuchar al nuevo bebé. Es conveniente permitírselo e incorporarlo en los cuidados cotidianos, pero debemos estar atentos si se vuelve demasiado cooperativo y bueno para que lo quieran más que al bebé. Ante la llegada de un nuevo bebé todos los niños reaccionan de alguna forma, aunque pueda parecer que se queden indiferentes.
Los celos pueden empezar a prevenirse desde el momento en que sabemos que va a tener un hermanito, involucrándole en los cambios que la familia realiza ante la llegada de un nuevo bebé, comunicándole cuanto antes que va a tener un hermanito, normalizando la situación, hablándole de las cosas que podrán hacer juntos, recordándole la ilusión que teníais cuando preparabais su llegada, anticipando con tiempo de antelación el cambio de habitación, y hablando con él siempre que lo necesite.
Una vez llegue el hermanito, ¿qué más podemos hacer?
- debemos propiciar el contacto entre hermanos cuanto antes
- dejarle colaborar si quiere con el cuidado del pequeño
- fomentar buenos momentos para compartir toda la familia
- dedicarle tiempo a él solo también
- continuar haciendo con él las rutinas que hacíamos antes
- recordarle los “privilegios” que tiene ser el mayor
- indicarle qué tiene de especial y diferente
- organizar actividades en las que tenga más oportunidades de obtener el éxito
En general, debemos evitar:
- Hablarle del tema más de lo debido
- Insistir si no quiere colaborar en los preparativos o el cuidado de su hermano
- Darle negativas sin comunicarle el motivo por el cual se hace
- Ridiculizarlo delante de otras personas, en especial niños
¿Qué hacemos si hay rabietas, provocaciones o peleas entre hermanos?
- Debemos inculcarle que la conducta agresiva es incorrecta y que tiene unas consecuencias
- Centrar nuestra atención en el hijo agredido y no en el agresor para evitar reforzar la conducta agresiva
- Ignorar las rabietas provocadas por los celos
- Reforzar cuando estén jugando tranquilamente o comportándose como es debido
- Mantener la calma si creemos adecuada una reprimenda
- Enseñar al niño a pedir disculpas a su hermano, evitando que se sienta humillado
- En definitiva, le hacemos ver las consecuencias negativas de su acción y que no asuma la idea de que con la agresividad se llega a todas partes.
Los celos son una respuesta evolutiva normal al hecho de compartir la afectividad de los padres, así que la rivalidad entre hermanos es algo natural. La situación de celos debemos abordarla como un hecho saludable, dado que el niño celoso es un niño normal. No obstante, cuando la respuesta se convierte en inadaptativa y permanente, los celos deben entenderse como un problema que sobrepasa la etapa evolutiva y sería conveniente solicitar ayuda profesional.
Referencias bibliográficas:
Fodor, E., Morán, M. y Moleres, A. (2011). Todo un mundo de sorpresas. Madrid. Ediciones Pirámide.
Ortigosa, J.M. (2010). Mi hijo tiene celos. Guías para padres y madres. Madrid. Ediciones Pirámide.