Con la llegada de diciembre se acerca la primera evaluación del nuevo curso, el nivel de dificultad va aumentando con los años y muchos son los padres que no saben cómo pueden ayudar a sus hijos con los estudios. Hay que tener en cuenta que los padres juegan un papel muy importante en los estudios; sin embargo, no son profesionales de la enseñanza y no tienen por qué estar capacitados para ello. No obstante, la familia puede aplicar una serie de pautas generales para ayudar a que el niño adquiera unos hábitos y mejore su rendimiento académico.
- Alimentación y sueño. Un niño que no duerme bien, no rinde bien. Las causas suelen estar relacionadas con hábitos inadecuados: acostarse tarde, tomar bebidas estimulantes, etc. Un niño debe descansar de 8 a 10 horas para que pueda rendir al máximo el día siguiente. Además, sin un desayuno adecuado el niño tampoco puede rendir. Por ello, los padres deben procurar que el niño desayune correctamente.
- Mantener la comunicación con el niño. Escuchar y hablar con los niños de los estudios abordando el tema desde la confianza y el cariño, convirtiéndolo en un tema de conversación más.
- Elaborar un horario de estudio. Es mejor sentarse con el niño y elaborarlo juntos que imponerlo. El estudio implica distintas actividades: realizar los deberes escolares, asimilar los contenidos, consultar información, etc. Se deben acordar unas horas de estudio y programar descansos. Muchos padres se preguntan, ¿Y si no tiene nada que hacer? Siempre hay algo que hacer: resúmenes, esquemas, lectura de un libro, etc.
- Ayudarle a establecer un hábito de estudio. La ventaja de crear un hábito de estudio es que el niño se acostumbrará a estudiar y mostrará menos resistencia y oposición a esta actividad. Pasos para establecer un habito de estudio:
- Comenzar a la hora prevista (si es posible siempre a la misma).
- Prepara el comienzo. 10 minutos antes de empezar el niño se prepara para ponerse a estudiar (preparar el lugar de estudio, consultar la agenda, etc.).
- Comenzar por una actividad agradable.
- Los primeros minutos. No se le deben permitir interrupciones como levantarse o llamar a los padres. Para ello, se le acostumbrará a empezar por las actividades que puede realizar solo, dejando para el final las que necesita ayuda para realizarlas.
- Reforzar al niño. Realizar visitas de vez en cuando antes de que nos reclame, para animarle y elogiarle su trabajo.
- Garantizar unas condiciones ambientales mínimas. Estudiar con la temperatura adecuada, iluminación adecuada, aislado de ruidos excesivamente molestos, sin televisión ni distracciones cerca, con mobiliario adecuado (Mesa y silla adecuadas, donde el niño disponga de espacio suficiente y puede mantener la espalda recta) y evitar interrupciones.
- Supervisar al niño y elogiarlo. Supervisar que se cumple el horario de estudio pactado, que se aprovecha el tiempo, que se realizan las tareas, etc. La supervisión no se tiene que realizar para sorprender al niño en algún error sino para elogiarle, dándole muestras de satisfacción, reconociéndole su esfuerzo y dedicación.
- Adoptar medidas si no estudia. Si el niño mantiene un bajo rendimiento en la escuela, incumple el horario de estudio o no aprovecha el tiempo de trabajo. Hay que hablar con él, no permitirle alternativas durante las horas de estudio y utilizar la técnica de «retirada de privilegios». Esta técnica consiste en apartar al niño por un tiempo limitado de alguna actividad alterativa o de algún objeto.
- Mantener contacto con el colegio.
- Enseñarle algunas técnicas de estudio. Los padres pueden colaborar en la enseñanza de algunas técnicas de estudio básicas. Como, por ejemplo, elaborar el horario de estudio, enseñar al niño a preparar lo necesario para estudiar, utilizar la agenda, trabajar de manera ordenada, buscar información, enseñarle a asimilar los contenidos, estrategias para los exámenes (leer todo el examen, empezar por las que sé, revisar que he contestado todo el examen, etc.). Otras son más complejas y deben enseñarlas profesionales como los psicólogos.
- Procurar el bienestar psicológico del niño. Los estudios son muy sensibles al propio estado del ánimo. Un niño alegre, contento, tranquilo, estará en mejores condiciones para estudiar que un niño agobiado, triste o con ansiedad.
Referencia: Jarque J. (2008). Cómo ayudar a los hijos con los estudios. Gesfomedia