Las vacaciones de verano son una oportunidad estupenda para descansar, salir de la rutina, viajar y desconectar; sin embargo, también realizamos excesos: cambios en los hábitos alimentarios, de sueño, en la forma de relacionarnos con nuestros familiares, pareja, amigos, gastos imprevistos… que pueden desequilibran nuestro estado mental e impedir que recuperemos la rutina habitual con normalidad.

Septiembre es para muchos el peor mes del año pues se acaban las vacaciones y se retoma el trabajo. En general, representa la vuelta a la rutina y, para colmo, empieza a notarse el cambio de estación con lo que todo ello conlleva para algunos.

 

¿Qué podemos hacer para afrontar la situación?

– Recuperar hábitos saludables. Durante las vacaciones las personas tienden a descuidar sus hábitos (sueño y alimentación) sin tener en cuenta cómo puede afectar a la salud. Para recuperar el horario de sueño es importante empezar días antes de que se terminen las vacaciones a acostarse y levantarse a la hora habitual, de este modo cuando llegué el día de reincorporarse al trabajo el cuerpo ya se habrá habituado y evitaremos que aparezca el cansancio físico y el decaimiento anímico en la medida de lo posible. En cuanto a la alimentación, no es necesario someterse a regímenes excesivamente restrictivos ni dejar de comer de golpe, simplemente hay que realizar cinco comidas al día siguiendo una dieta  saludable, dejando al lado los excesos. Recupera también poco a poco tu actividad física practicando un deporte que te guste y te sentirás bien por dentro y por fuera.

– Pensamientos positivos. Tras la vuelta a la rutina pueden aparecer la nostalgia de las vacaciones y generar ansiedad por la vuelta al trabajo. Por todo ello, se puede buscar el lado positivo  de esta situación, como por ejemplo; el reencuentro con los compañeros de trabajo y con los amigos y con ello el volver a recuperar las relaciones sociales con normalidad, el cambio de temperatura que pasa del calor asfixiante a unas temperaturas más suaves y la vuelta al colegio de los niños y a su rutina.

 

Por lo tanto, para evitar que el estrés haga su aparición, incorpórate de forma progresiva. Además ten paciencia contigo mismo y practícala con los que te rodean, recuerda que ellos también están incorporándose de sus vacaciones y volviendo a la rutina. Así que practica la empatía emocional, es decir, ponte en el lugar del otro emocionalmente para comprender lo que siente y a partir de ahí retomar la relación de una forma más enriquecedora.
 

 

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