La teoría de la mente, también conocida como cognición social o metacognición, hace referencia a la capacidad que tenemos para comprender nuestro propio estado mental y emocional, así como la identificación de estos estados en otras personas. Por ejemplo, gracias a estar dotados de teoría de la mente, podemos tomar conciencia de qué sentimientos tenemos, podemos entender las intenciones de los demás y así anticipar su conducta, podemos también entender cómo se sienten otras personas, somos conscientes de nuestros juicios, podemos darnos cuenta de las creencias nuestras y de los demás, etc.

Numerosos autores han centrado sus investigaciones sobre teoría de la mente en las personas con Trastorno del Espectro Autista (incluyendo el Síndrome de Asperger y el Autismo de Alto Funcionamiento), en las cuales se ha constatado que estos niños tienen graves problemas para teorizar acerca de la mente de los demás; es decir, que son incapaces de atribuir estados mentales independientes a ellos mismos y a los demás con el fin de predecir y explicar comportamientos.

En este sentido, se han realizado numerosas investigaciones encaminadas a identificar las áreas cerebrales involucradas en las funciones humanas como la autoconciencia, la personalidad, la inteligencia o el juicio ético. Se ha encontrado que la corteza prefrontal del hemisferio derecho está relacionada con el uso pragmático del discurso, afectación del lenguaje no verbal, incapacidad para comprender los dobles sentidos, así como la incapacidad de hacer inferencias o atribuciones; y la amígdala está relacionada con el reconocimiento facial de emociones.

No obstante, no todas las personas tenemos desarrollada esta habilidad por igual, entendemos que existen unos niveles de complejidad. El concepto de teoría de la mente hace alusión a un conjunto de habilidades metacognitivas complejas, por tanto, la evaluación también ha de resultar compleja y ha de recoger diferentes componentes, como son:

  • reconocimiento facial de emociones
  • comprensión de creencias falsas: las creencias de primer y segundo orden
  • comunicaciones metafóricas, humorísticas e historias extrañas (ironía, mentira y mentira piadosa)
  • sensibilidad social e identificación de meteduras de pata
  • identificación de la expresión emocional a través de la mirada
  • empatía, dilema moral y juicio moral

Aunque los primeros estudios sobre teoría de la mente se han centrado en autismo infantil, algunos autores han traspasado estas investigaciones hacia la esquizofrenia, pretendiendo explicar los síntomas de dicho trastorno a través de un déficit en la teoría de la mente, y planteando la hipótesis de que las alteraciones cognitivas que subyacen a los síntomas y signos esquizofrénicos pueden explicarse por fallos en la metarrepresentación y alteración en la autoconciencia (conciencia de metas, de las propias intenciones, y de las intenciones de los otros). Aunque no hay consenso sobre los resultados obtenidos en estas investigaciones, sí se sabe que existen unos sesgos cognitivos que podemos cometer a la hora de interpretar los estados mentales y emocionales, que pueden culminar en la creación de falsas creencias hasta el punto de convertirse en delirios. Algunos de estos sesgos son:

  • Distorsiones en el estilo atribucional. Inferir causas de los acontecimientos, como cuplar a otros por las cosas malas, asumir el mérito por las cosas buenas, etc.
  • Salto a conclusiones basándonos en poca información, puede hacer que tengamos una percepción alterada de la realidad.
  • Aferrarnos a nuestras opiniones o creencias acerca de un suceso, incluso cuando nos enfrentamos con información que desafía esta creencia.
  • Dificultades para detectar y evaluar las expresiones faciales de los demás, así como deducir los motivos y las actividades futuras de otras personas a partir de su comportamiento actual.
  • Confianza en los falsos recuerdos y reducción de la certeza de los verdaderos.
  • Distorsiones en nuestro pensamiento, como sobregeneralizar, tener una visión de todo o nada, fijarnos más en lo negativo, etc.

A través del entrenamiento metacognitivo, podemos seguir desarrollando nuestra habilidad de teoría de la mente, aumentando la conciencia sobre estos sesgos, aprendiendo a reflexionar sobre ellos de una forma más crítica, y a contemplar y a cambiar nuestro actual repertorio de soluciones de problemas. Este entrenamiento, puede actuar como prevención de un episodio psicótico, así como el fortalecimiento de una sana autoestima y la reducción de síntomas depresivos.

 

 

Referencias bibliográficas:

Revista de Neurología 2007; 44 (8): 479-489

Actas Españolas de Psiquiatría 2003; 31 (6): 339-346

http://clinical-neuropsychology.de/

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