Entre el 2 y el 4 % de los niños presentan problemas a la hora de quedarse tranquilamente en el colegio, permanecer tranquilos en una habitación sin convertirse en la “sombra” de sus padres, asistir a excursiones o campamentos, dormir fuera de casa, o quedarse en casa con otra persona si sus padres salen. El Trastorno de Ansiedad por Separación (TAS), hace referencia a la ansiedad excesiva que sienten algunos niños relacionada con tener que separarse de las figuras a las que tienen mayor apego (padres, abuelos, cuidadores…) o con tener que alejarse del hogar.
La ansiedad por separación es un proceso habitual del desarrollo evolutivo “normal” del niño. Hacia los 6-8 meses empieza a aparecer el miedo ante extraños, aunque tiende a intensificarse sobre los 2 años. Durante la infancia temprana, tiene un valor adaptativo ya que desencadena en el niño estrategias para mantener cerca a los padres y asegurarse así su propia protección ante posibles peligros del entorno. Cuando se manifiesta de forma muy intensa y es superior a lo que se espera en niños con el mismo nivel de desarrollo, podría constituir el Trastorno de Ansiedad por Separación.
¿Cómo se origina y mantiene el TAS?
- En muchas ocasiones se trata de un déficit de aprendizaje; el no darse situaciones en las que el niño se pueda exponer a la separación breve de sus padres dificulta su aprendizaje.
- Además, los episodios en los que el niño manifiesta esta ansiedad, pueden quedar reforzados por una actuación inadecuada de sus padres u otras personas cercanas al niño (sobreprotección o potenciación del apego excesivo).
- En alguna ocasión, puede originarse a partir de alguna experiencia traumática para el niño (como el inicio de la escolarización, fallecimiento de algún familiar, divorcio de los padres, haber estado hospitalizado…), por lo que esta separación inesperada condiciona la ansiedad del niño en futuras separaciones.
Tenemos que tener en cuenta la vulnerabilidad del niño a padecer ansiedad ya que, algunas personas tenemos más predisposición biológica a presentar estos problemas. La heredabilidad estimada para el TAS es del 73%.
Las reacciones propias del TAS, se manifiestan a nivel:
- Cognitivo. Preocupación excesiva y persistente a que les suceda algo malo a las figuras de apego (posibilidad de perder a sus padres, que sus padres sufran algún daño…); preocupación por algún acontecimiento adverso que pueda pasarles a ellos mismos (perderse, ser raptado, tener un accidente, enfermar…); necesidad de conocer el paradero de las figuras de mayor apego y deseo de estar en contacto con ellas.
- Psicofisiológico o somático. Malestar excesivo cuando se prevé o se vive la separación (dolores de cabeza, de estómago, náuseas, vómitos, palpitaciones, vértigo, sensación de desmayo, pesadillas recurrentes relacionadas con la destrucción de la familia por incendio, asesinato…)
- Conductual. Oposición excesiva a permanecer fuera del hogar (colegio, excursiones, casa de un amigo…); a quedarse solo en casa o ir solo fuera de casa a hacer recados; a dormir solo en su habitación; a no tener contacto con los padres por teléfono…
Es muy frecuente que en niños, el Trastorno de Ansiedad por Separación se dé de forma conjunta con una fobia específica (como la fobia a la oscuridad), y con el Trastorno de Ansiedad Generalizada (anticipación aprensiva en relación con diversos sucesos o actividades).
Ante la sospecha de que el niño pueda presentar TAS, debemos realizar la evaluación pertinente, obteniendo información relevante por parte del niño y de sus padres sobre los síntomas manifestados por el niño ante las separaciones, las reacciones de sus padres ante el problema, los antecedentes familiares de problemas de ansiedad o depresión, y las circunstancias que preceden y siguen a la ocurrencia de la ansiedad por separación; para poder trazar adecuadamente el plan de intervención oportuno.