En nuestra vida diaria y más ante la situación que estamos viviendo actualmente, es necesario aprender a gestionar nuestras emociones adecuadamente. En general las personas solemos movernos por rutinas: me levanto, desayuno, voy al trabajo, recojo a mis hijos/as… y no tenemos tiempo para escucharnos realmente a nosotros mismos.
De pronto podemos encontrarnos con emociones que no nos gusta sentir como la frustración, el enfado, la ansiedad y un largo etcétera. Lo cierto es que en la mayoría de ocasiones no solemos ser conscientes siquiera de porqué nos sentimos así, de qué nos está queriendo decir nuestro cuerpo. A nadie le gusta sentir este tipo de emociones, lo que solemos hacer es intentar por todos los medios dejar de sentirlas. Para ello, intentamos “dejar de pensar” en eso que nos ronda por la cabeza, buscar alguna actividad para distraernos o simplemente intentar restarle importancia a aquello que nos genera malestar. Justo esto es lo que a largo plazo termina manteniendo el problema y haciéndonos sentir malestar emocional.
A continuación, exponemos una serie de claves sencillas para ser capaces de mejorar nuestra gestión emocional. Esto nos beneficiará ya que seremos capaces de conocernos mejor a nosotros mismos y de poder regular tanto nuestras emociones como influir positivamente en las de los demás. Las claves son:
- Darnos cuenta de que no existen las emociones malas
Todas las emociones son buenas porque nos proporcionan información de cómo nos sentimos y nos permiten actuar en consecuencia. Pero entonces, ¿Qué son el miedo o el enfado? Las podemos llamar emociones “negativas” porque no nos gusta sentirlas, a diferencia de la alegría o la ternura que las consideramos positivas porque nos hacen sentir bien. Pero, imaginemos por un momento… ¿Qué ocurriría si no tuviésemos miedo? No entenderíamos el peligro por lo que no nos protegeríamos y podríamos llegar a poner en riesgo nuestra vida. Necesitamos todas las emociones para ser capaces de funcionar adecuadamente en el mundo.
- Para tener una buena regulación emocional, permítete sentir
En realidad nadie nos enseña a regular nuestras emociones. De hecho en muchas culturas se enseña justo lo contrario, a intentar reprimir algunas de ellas. Por ejemplo, ¿Quién no ha oído eso de que estar triste, tener miedo o llorar no vale para nada? Pues al contrario, sirve y mucho. Las emociones existen por algo y no desaparecen porque sí. Por tanto, intentar reprimirlas no solo no es una adecuada manera de gestionarlas sino que creará un efecto rebote. ¡Volverán!, lo harán antes y probablemente con mayor intensidad.
En cambio, si somos capaces de aceptar lo que sentimos nos será mucho más fácil regular y gestionar nuestras emociones para no sentirnos desbordados/as por ellas.
- Observa y escúchate a ti mismo
No solo es importante aceptar nuestras emociones sino también comprenderlas. Es imprescindible saber el por qué nos sentimos así y a qué puede deberse. Esto solo se consigue prestando mucha más atención a lo que nuestro cuerpo nos quiere decir. Por otra parte, el simple hecho de prestarle más atención a aquello que sentimos ya tiene el efecto de modular o de regular la intensidad de esa experiencia.
Para poder hacer este proceso basta con preguntarse: ¿Qué estoy sintiendo? ¿Por qué creo que me siento así?. El siguiente paso es etiquetar lo más preciso posible la/s emoción/es que siento, ya que eso me ayudará a entender mejor por qué lo estoy sintiendo y cómo puedo actuar en consecuencia. La idea no es dejarnos arrastrar por la emoción que sentimos (por ejemplo si sentimos ira, darle un puñetazo a algo o alguien), sino tratar de cambiar aquello que no nos gusta.
- Ser críticos con nuestros pensamientos
Muchas veces creemos que lo que pensamos es la verdad absoluta pero no lo es. Gran cantidad de nuestros pensamientos se nos cuelan en la cabeza de manera automática haciéndonos creer que la realidad es lo que pensamos, pero no deja de ser una interpretación de esta.
El pensamiento es el filtro que le ponemos a la realidad. Es la manera en la que interpretamos una situación, lo que influye directamente en como esa situación nos hace sentir. Siempre hay varias interpretaciones posibles de un mismo hecho, el problema viene cuando nos “tragamos” directamente nuestro primer pensamiento sin ni siquiera cuestionar su validez. Por lo tanto, es muy importante ser críticos con nosotros mismos, ya que en muchas ocasiones somos nuestro peor enemigo.
En conclusión, para poder regular adecuadamente nuestras emociones es importante que seamos plenamente conscientes de nosotros mismos y nuestros sentimientos. Como todo, requiere práctica pero el esfuerzo merece la pena ya que los beneficios para nuestra salud mental son muy grandes.