La importancia del juego en el desarrollo del niño es cada vez más significativa, ya que constituyen un elemento básico en la vida del niño, que además de divertido resulta necesario para su desarrollo. Los niños necesitan estar activos para crecer y desarrollar sus capacidades, el juego es importante para el aprendizaje y desarrollo integral de los niños puesto que aprenden a conocer la vida jugando.
Desde el momento en que nacen, los bebés empiezan a responder al mundo que les rodea. Para que el bebé tenga un desarrollo emocional armónico es fundamental el tipo de vínculo que establece con la madre (o la figura de apego principal). El bebé necesita una figura de apego que le dé seguridad para que dentro de su pequeña mente pueda aparecer el concepto del “otro”. Por tanto, el apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres (o cuidadores) y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad.
En la evolución del apego, primero el niño debe sentir una fuerte dependencia para luego pasar a una saludable independencia, lo que le permitirá ser una persona autónoma con buenos lazos afectivos con otras personas. Será capaz de independizarse por períodos cada vez más largos si la persona de apego demuestra ser confiable, es decir, ser predecible en todo momento y en cualquier situación, de lo contrario el comportamiento exploratorio tan necesario para el aprendizaje se paralizará por causa de la ansiedad. Conforme va creciendo a partir de un apego seguro, además de esta confianza básica, aparecerá también la empatía, que es identificarse emocionalmente con otra persona, entender y sentir sus sentimientos.
Los juegos de psicomotricidad son nuestros mejores aliados tanto en la etapa de apego del pequeño como luego en la lenta separación, donde la autonomía adquiere una importancia notable. El desarrollo global de su personalidad lo obtendrá a través de su corporalidad. De ahí la importancia de ofrecer al niño la posibilidad de moverse desde muy pequeñito.
Por otro lado, el contacto visual es la base para el desarrollo de las capacidades de comunicación en el niño pequeño. Adquieren una importancia relevante todos aquellos juegos que implican contacto visual, para poco a poco ir abarcando todos los sentidos, oído, olfato y especialmente el tacto, y a través de todos ellos fomentar el contacto corporal que servirá para favorecer la interacción entre los niños y sus padres desde los primeros momentos.
El niño pequeño busca, a través de la diversión, experimentar y aprender para llegar a comprender cómo funciona la vida. El juego es en realidad su trabajo, es lo que tiene que hacer.
Como los niños desarrollan su personalidad a través de su corporalidad, los padres debemos hacer todo lo posible para procurar tanto un ambiente tranquilo y apropiado como los objetos adecuados según la edad del niño para ejercitar su ingenio, ya que esto será fundamental para un correcto y saludable desarrollo físico, mental y afectivo.
Desde el nacimiento, el bebé percibe las emociones afectivas (tanto positivas como negativas) que los adultos le transmiten. Las siente a través de su cuerpo, de su piel, de los gestos, de la manera de cogerle, tocarle y en el tono de la voz. Él responde a su vez con sus mímicas, sonidos, grititos y gestos. De esta manera, se establece un diálogo que para él reviste una importancia extraordinaria, pues esas primeras experiencias comunicativas permanecerán profundamente grabadas en él como un modelo de referencia para todas sus relaciones futuras.
Fuente: Todo un mundo de emociones: La misteriosa vida emocional del bebé. Elizabeth Fodor y Montserrat Morán. Pirámide. 2011