Los tics son movimientos o sonidos involuntarios, no rítmicos, repentinos, rápidos, recurrentes, no repetitivos y  estereotipados, aunque esto no impide que pudieran haber sido iniciados deliberadamente en un origen. Pueden ser suprimidos por períodos más o menos largos de tiempo, pero cuanto más dura esta supresión, mayor tensión experimentada y mayor probabilidad de que se produzca entonces un incremento de los tics.

Suelen aumentar en situaciones de estrés, ansiedad, enfado, cansancio, y cuando se está en una situación relajada y agradable. De manera general, suelen existir tics motores y vocales o fónicos, aunque algunos autores también hablan de tics cognitivos.

Los tics están causados fundamentalmente por tres factores: ambientales (por un hecho traumático en el entorno familiar/escolar), genéticos o relacionados con aspectos neurobiológicos.

 

A pesar de que en la mayoría de los casos son pasajeros, se recomienda a los padres seguir las siguientes pautas para que su hijo pueda ir reduciéndolos:

1- No tratar que él modifique su conducta cuando tenga un tic, ya que el niño podría ponerse más nervioso e, incluso, al intentar controlar este comportamiento tender a repetirlo con más frecuencia.

2- Nunca castigar dicha conducta. Lejos de ello, de cara a él, habrá que ignorar o minimizar el problema.

3- Evitar situaciones estresantes. Tiene una edad en la que es conveniente que cualquier aspecto problemático que no provenga del ámbito escolar le sea omitido (por ejemplo: discusiones entre padres, problemas con sus hermanos, etc.).

4- Tratar de analizar cuándo se produce el tic. Es decir, debemos observar cuándo los hace y tratar de sustituir o eliminar la acción que está haciendo en ese momento e intentar distraer su atención ofreciéndole otra actividad distinta.

5- Reforzar positivamente su conducta. Especialmente la conducta mantenida cuando se le sustituyan las actividades que han supuesto el tic.

6- Comenzar a darle responsabilidades que le hagan sentir bien. (Por ejemplo: “hemos pensado tu padre y yo que a partir de ahora vas a ser el encargado de..” una actividad que le pueda hacer sentir valioso).

En la mayoría de casos los tics desaparecen y no precisan tratamiento farmacológico, sin embargo, hay un pequeño porcentaje de niños en los que los tics persisten más allá de un año y que, en ocasiones, se complementan con nuevas variantes de tics que pueden ser corporales o también vocales (por ejemplo: girar la cabeza de manera repetida y, al tiempo, provocar un carraspeo de tos, repetir palabras o, incluso, en los casos más extremos, decir en voz alta palabrotas sin motivo alguno).

 

Ante cualquier duda y para iniciar una intervención en el caso de que perdure en el tiempo, debemos acudir a un psicólogo.

 

 

Fuente: Guía de intervención clínica infantil. Centro de psicología aplicada. Universidad Autónoma de Madrid.

 

Publicaciones Relacionadas