Durante estas fechas navideñas A los niños se les llenan de regalos y de juguetes, tantos que, en la mayoría de las ocasiones, podemos afirmar que son demasiados.
En los últimos tiempos se ha apreciado una tendencia muy peligrosa para el desarrollo emocional de los niños. Ésta consiste en “hiperregalar” a los niños y niñas. En ocasiones, este problema hace alusión al intento de los padres a compensar con juguetes el poco tiempo que pasan con sus hijos. Como resultado, se produce una “anestesia emocional”, el niño se vuelve caprichoso, egoísta y consumista.
Todo ello también les perjudica en su maduración personal. Al darles a los niños todo lo que piden se vuelven inmaduros e insaciables y a la larga se convierten en adultos insatisfechos. Los regalos pasan a ser una competición en la que van a ir valorando el número de regalos que se les dan cada año, sin tener en cuenta las propiedades o cualidades de cada uno de ellos.
Los juguetes y regalos son importantes en la vida del niño pero estos tienen una función precisa y, bajo ningún concepto, pueden ser un sustituto de la atención y el cariño que deben propiciar los padres.
En este sentido, un exceso de juguetes provoca en los niños:
- Sobreestimulación. Cuando los niños reciben muchos regalos, no disfrutan de ninguno en especial, o se decantan por el regalo que más les ha gustado, obviando el resto. El exceso de estímulos simplemente les sobrepasa, por lo que muchos de esos regalos terminarán tirados en un rincón. Cuando el niño recibe más juguetes de los que son capaces de jugar, no puede concentrarse en cada uno, por lo que no les saca el máximo provecho.
- Pérdida de la ilusión. El exceso de regalos puede hacer que el niño desarrolle una apatía total. Cuando el niño está acostumbrado a recibir muchos presentes, considera que es una obligación de los padres, y pierde la ilusión que normalmente implica recibir un regalo y descubrir su contenido. Por tanto, de cierta forma, en vez de embellecer su infancia, le estamos robando una de las emociones más bonitas.
- Bajo nivel de tolerancia a la frustración. Los padres que le dan a sus hijos todo lo que desean, sin explicarles el sacrificio que se esconde detrás de cada regalo, contribuyen a generar una actitud egocéntrica, de forma que los niños no aprenden a lidiar con los reveses y la frustración, una capacidad esencial para la vida.
- Limita la fantasía. El exceso de juguetes termina provocando aburrimiento y mata la fantasía. De hecho, aunque los niños necesitan juguetes para desarrollar tanto sus habilidades motoras como cognitivas, no podemos olvidar que también se puede jugar sin juguetes, y es precisamente en esos momentos, cuando no hay un guión preestablecido, cuando más se desarrolla la creatividad.
- Desarrolla antivalores. Cuando los niños reciben demasiados juguetes o regalos, les restan valor, no comprenden en su verdadera magnitud del esfuerzo que probablemente han tenido que hacer los padres. Como resultado, pueden desarrollar actitudes consumistas y profundamente egoístas.
La Navidad es una época de ilusión y alegría, por lo que es el momento perfecto para enseñarles a los niños a valorar otras cosas más allá de los regalos.
Aprovecha además estas fechas para pasar tiempo juntos. En vez de comprar tantos regalos, planifica actividades de ocio en familia, como ir al cine, al teatro, al zoo o simplemente dar un paseo. Tu tiempo, es el mejor regalo que le puedes hacer.